martes, 28 de enero de 2014

Mextli Ollin

Dos días para la Luna Nueva.

Las brujas se someten a los ciclos. Es inevitable porque toda la existencia es un ciclo, todo suceso natural es un ciclo y las brujas son los entes donde lo espiritual, lo carnal, lo físico, y lo natural convergen.

La Luna Nueva se aproxima y dará vida a las mareas, cerrará capítulos al mismo tiempo que escribe nuevas líneas, y hará que las brujas florezcan. Fenómeno curioso el florecimiento de las brujas, que siguen el movimiento de la Luna y miden sus vidas en lunas llenas y lunas nuevas, dibujan mapas para encontrarse con ella, y le susurran hechizos, y cuentos.

No conozco mucho esta ciudad de árboles inmóviles, aún no terminamos de entendernos ni nos tenemos aprecio. Ella: silente, huraña, e indiferente a mi pasos y mi tacto. Yo, demasiado ofendido por su trato frío, y demasiado desconcertado por el mutismo de sus árboles.

Supe que los bosques fueron arrancados para construir esta ciudad de rocas blandas y entendí que la Tierra estaría resentida. A veces podía sentirla refunfuñar en la corteza seca de los árboles llenos de polvo y contaminación, en la ausencia del viento, esa música respirable que viene del cielo y conecta con el suelo para crear chispas y movimiento y llevar vida a todas partes y mensajes a los amantes. 

Pero de repente, dos días antes de la Luna Nueva, hay murmullos de expectativa y comienzan a sentirse rugidos provenientes de las copas, porque hay puertas que se abren, y los árboles se mueven y espabilan después de haber pasado tanto tiempo tristes y sin nadie con quien hablar, sin nadie que los pudiera escuchar.

Mucho gusto, Guadalajara, soy Asahel Morán.

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