jueves, 1 de mayo de 2014

Un miércoles cualquiera

Sobre la violencia sexual y el silencio.

Voy tarde para la escuela otra vez. Demasiado trabajo, demasiada tos, y demasiado calor; ingredientes para una noche en vela y, aunque mis clases son por la tarde, me cuesta mucho trabajo despertar.

Alcanzo el tren al Centro y me acomodo cerca de una ventana. Ley del ascensor: el último queda expuesto a todas las miradas. Y sí, me acomodo cerca de una ventana y un hombre de camiseta verde que está de espaldas a mí voltea para observarme.
Últimamente le tengo algo de rechazo a la ropa verde, aunque no sé explicar por qué, será alguna cosa de brujas. El hombre de verde voltea una vez más y me recorre el cuerpo con la mirada. Imagino que debe molestarle mi ropa, o mi orientación sexual, o simplemente mi presencia. Intento no darle importancia, después de todo siempre habrá alguien ofendiéndose con lo que uno es.

Voy llegando a la Estación Juárez y me preparo para salir. Me acerco a la puerta y, velozmente, el hombre de la camiseta verde se acerca detrás de mí para salir también, tal vez demasiado cerca. Siento sus zapatos detrás de los míos y entonces entiendo la insistencia de su mirada. Todo pasa muy rápido: su respiración en mi nuca, sus genitales haciendo contacto con mi cuerpo, y su mano tocándome el muslo derecho. Por un momento me quedo estático, como los venados de mi pueblo cuando se sienten amenazados. Las puertas se abren y mi reacción es correr, abrirme paso entre la gente y salir de allí rápidamente. Me pregunto si estará siguiéndome pero no volteo para mirar, lo que quiero es alejarme; alejarme y lavarme las manos. Pienso en todos esos análisis del género que hago y que paso por alto en este momento, en todas esas citas sobre la importancia de hacerle frente a la violencia y denunciarla, pienso en los mitos antiguos donde la víctima siempre será la culpable y que se siguen repitiendo. Si no me hubiera puesto este short tan corto, si no me hubiera puesto esta camiseta, si no le hubiera sostenido la mirada y me hubiera cambiado de vagón o de tren…

En realidad el sujeto no me penetró a la fuerza, pero tengo una sensación terrible de haber sido violado, de haber sido profanado, y de haber sido lo suficientemente cobarde como para no decir nada. La vergüenza me invadió y no supe qué hacer, preferí correr que enfrentarlo y allí dejé todas mis ideas sobre género y la necesidad de una nueva Revolución Sexual. Y me siento peor al tener conocimiento sobre la violencia sexual y permitir que la ejerzan sobre mí impunemente.

Tengo coraje, tengo vergüenza, impotencia, y decepción de mí mismo y se me escapan dos o tres lágrimas mientras espero el tren del transbordo.

Esperando el transbordo también hay un sujeto de chamarra negra que se me queda viendo. Probablemente me vio llorar, o tal vez no. Llega el tren, se abren las puertas, y los usuarios comienzan a entrar. Me acerco a una de las puertas pero se aglomera rápidamente así que camino hacia otra puerta y el sujeto de la chamarra negra se queda en la primera. Abordo el tren y, después de unos segundos, veo al sujeto de la chamarra negra llegar a mi vagón y pararse detrás de mí, tal vez demasiado cerca ¿Es en verdad posible que en un intervalo de tiempo tan corto pueda ocurrirme lo mismo? Estoy seguro de que nadie me lo va a creer y dirán que exagero, que tal vez fue sólo mi imaginación, y que ni estoy tan bueno como para que me pasen esas cosas. Decido que, al contárselo a alguien, omitiré al segundo sujeto porque seguramente nadie me va a creer.

Estamos llegando a la estación y el sujeto de la chamarra negra se me acerca más por la espalda, puedo sentir su chamarra rozando mis brazos y su respiración en mi nuca. Otra vez todo pasa demasiado rápido y el sujeto de la chamarra negra me acaricia el brazo antes de que yo salga corriendo hacia la superficie. Reitero toda esa decepción sobre mí y me siento muy triste y muy enojado conmigo mismo. Además necesito lavarme las manos, bañarme, relajarme y quitarme la sensación de haber sido profanado. Pienso por un momento en la posibilidad de saltarme la clase, de volver al tren e ir a casa, pero no quiero volver al tren y no puedo saltarme la clase, así que sigo andando hacia la escuela. Al llegar lo primero que hago es lavarme las manos y los brazos hasta los hombros y la cara, luego me paso gel desinfectante y me siento un poco menos saqueado.

No logro concentrarme en la clase, no logro relajarme, y sigo culpándome por lo que pasó y por guardar silencio. Ya no quiero llorar, pero sí quiero salir corriendo.

Si hubiera optado por enfrentar a los agresores, ¿alguien me habría escuchado? Siento una completa falta de protección y me abruma la posibilidad de la burla y la incredulidad de cualquier autoridad.


Se trató de un incidente menor tal vez, pero me horroriza la cantidad de personas que sufren violaciones y abusos a mayor grado y deben sentirse peor que yo: avergonzadas, impotentes, y violentadas. Situaciones donde el silencio no es una decisión, sino un lugar al que nos sentimos orillados.

sábado, 8 de marzo de 2014

Día Internacional de la Mujer para las mujeres transexuales

Cada año me enfrento a los mismos comentarios transfóbicos que mis conocidos homosexuales hacen con motivo del Día Internacional de la Mujer. Pareciera que esperan con ansias este día para publicar todas las frases que estuvieron pensando durante todo el año con el afán de herir y de exhibir su completa ignorancia. Les leo y me lleno de ira, de frustración, de mucha tristeza, y de una infinita decepción. Luego pienso en lo que yo mismo y otros estamos haciendo para hacer de este mundo un lugar mejor y más seguro para todos y puedo tomar un respiro. Pero me resulta inevitable pasar un mal rato. Las frases que leo en Facebook o Twitter van, más o menos, en el mismo tono, haciendo ver a las transexuales como ciudadanas de tercera clase, como mujeres de tercera clase, como si fueran la escoria de la sociedad.

En este día se celebra al ama de casa que contrajo nupcias en la flor de su juventud y ahora tiene dos hijos, una casa, un perro y un gato, pero poco se piensa en aquellas mujeres sumamente valientes que decidieron no casarse ni tener hijos, yendo en contra de las normas sociales y las tradiciones “políticamente correctas” y son señaladas en la familia como “la cotorra solterona”, las mujeres indígenas que van descalzas vendiendo collares en el zócalo y a las que nadie saluda de mano porque “en los pueblos no se bañan”, las mujeres en situación de calle que deben dormir bajo algún puente y están expuestas a las violaciones y abusos de las autoridades judiciales, las mujeres que decidieron que querían ser mujeres y vivir su vida como tal aunque hayan nacido con un género cromosómico contrario. Es en estas últimas que quiero centrar mi atención.

Las mujeres transexuales (aunque aquí me detengo pues el término “mujeres transexuales” me parece incluso discriminatorio. Son mujeres y basta, independientemente de su género cromosómico, pero me referiré a ellas de esta forma para hacerlas notar y darles reconocimiento) son personas que han decidido vivir su vida como mujeres, muchas de ellas prefieren olvidar y mantener en secreto la parte de su vida donde se han visto forzadas a adoptar un género masculino que las hacía infelices y no correspondía con lo que ellas sentían y deseaban para sí mismas. Decidieron tomar los roles de género correspondientes y ahora viven su vida como tal y desean que se les reconozca como mujeres, no como hombres que cambiaron de sexo, desean que se avalen sus derechos y su lugar en la sociedad.

Esta es una situación que choca con lo esperado por una sociedad machista, homofóbica, transfóbica, y misógina, donde ser mujer significa ser una ciudadana de segunda clase, débil, con menos capacidades físicas y hasta intelectuales. Peor aún al tratarse de una mujer transexual, que se convierte en una ciudadana de tercera clase, excluída de los grupos sociales masculinos por haber rechazado ser hombre, y que tampoco termina por ser aceptada en los grupos sociales femeninos por no ser “una mujer de verdad”, a la que se relega a una tercera categoría, una categoría de paria del género, discriminada y humillada incluso por el colectivo queer al que pertenece (El de los disidentes sexuales que incluye a homosexuales, transexuales, travestis, intersexuales, intergéneros, genderqueers…)

Personalmente me parece especialmente absurdo el rechazo por parte del colectivo queer y es este el que más me hiere. Es de suma importancia la identificación con otras personas para formar grupos sociales pues esto genera un sentido de pertenencia e incluso de seguridad. Una persona homofóbica jamás se atrevería a hacer ningún comentario violento rodeado de homosexuales, los homofóbicos siempre agreden verbal y físicamente cuando están en compañía de otros. La transfobia por parte del colectivo queer excluye a las tecno-mujeres, exponiéndolas aún más a la violencia y generando violencia al catalogarlas como inferiores, como aberraciones de la naturaleza. Las mujeres transexuales tienen exactamente los mismos derechos y sus decisiones no deben ser cuestionadas, sino respetadas e incluso apoyadas e impulsadas.


En este Día Internacional de la Mujer yo sí reconozco a las mujeres transexuales, mujeres, mujeres indígenas, mujeres madres solteras. A  todas las que avanzan y luchan para hacer de este un país mejor, con más derechos y educación.

jueves, 30 de enero de 2014

Ciclo Lunar

[Luna Llena]

Serafina [la reina de las brujas] se volvió para ver cómo se extinguía en la lejanía el último resplandor de los ángeles. No le inspiraban más que compasión aquellos grandes seres ¡Era tanto lo que se perdían al no poder sentir la Tierra bajo los pies, ni el viento en los cabellos, ni el hormigueo de la luz de las estrellas sobre la piel! Con tales pensamientos cortó una brizna de la rama de pino sobre la que volaba y aspiró el potente olor de la resina con ávido placer. 
- La Daga. Phillip Pulman.

Amanece y algo ha cambiado. Eres más ligero, estás más despierto, y pareciera que el tiempo se mueve a la velocidad de tus pies. Porque el tiempo para ti es una cosa que sucedió, está sucediendo, y está por suceder.

De repente todo se vuelve trivial y maravilloso, paradojas de la vida que no es efímera porque es sólo Una, dividida en millones de seres. Entiendes cosas que en cualquier otro día no podrías entender por estar bajo estrellas y luces diferentes, y se abren puertas que contienen secretos cuya pronunciación o explicación son imposibles porque simplemente son.

El frío y el calor se sienten igual de placenteros sobre la piel en la que se han desvanecido varias estaciones y ciclos, secretos de la vitalidad prolongada.

Te miras a ti mismo desde arriba, desde abajo, desde los cuatro puntos cardinales, y desde dentro de las otras personas. Cosa de comprender que la vida es una sola y se divide en millones de seres, cosa de entender que es cierto lo que dicen y todos estamos conectados.

Aprovecha bien tu tiempo porque hay que esperar a que sea Luna Llena para consumirte y renacer, Ave Fénix.


Cierra los ojos para poder ver. Y ve.



martes, 28 de enero de 2014

Mextli Ollin

Dos días para la Luna Nueva.

Las brujas se someten a los ciclos. Es inevitable porque toda la existencia es un ciclo, todo suceso natural es un ciclo y las brujas son los entes donde lo espiritual, lo carnal, lo físico, y lo natural convergen.

La Luna Nueva se aproxima y dará vida a las mareas, cerrará capítulos al mismo tiempo que escribe nuevas líneas, y hará que las brujas florezcan. Fenómeno curioso el florecimiento de las brujas, que siguen el movimiento de la Luna y miden sus vidas en lunas llenas y lunas nuevas, dibujan mapas para encontrarse con ella, y le susurran hechizos, y cuentos.

No conozco mucho esta ciudad de árboles inmóviles, aún no terminamos de entendernos ni nos tenemos aprecio. Ella: silente, huraña, e indiferente a mi pasos y mi tacto. Yo, demasiado ofendido por su trato frío, y demasiado desconcertado por el mutismo de sus árboles.

Supe que los bosques fueron arrancados para construir esta ciudad de rocas blandas y entendí que la Tierra estaría resentida. A veces podía sentirla refunfuñar en la corteza seca de los árboles llenos de polvo y contaminación, en la ausencia del viento, esa música respirable que viene del cielo y conecta con el suelo para crear chispas y movimiento y llevar vida a todas partes y mensajes a los amantes. 

Pero de repente, dos días antes de la Luna Nueva, hay murmullos de expectativa y comienzan a sentirse rugidos provenientes de las copas, porque hay puertas que se abren, y los árboles se mueven y espabilan después de haber pasado tanto tiempo tristes y sin nadie con quien hablar, sin nadie que los pudiera escuchar.

Mucho gusto, Guadalajara, soy Asahel Morán.